El Everest está compuesto por varias capas plegadas de rocas sedimentarias y metamórficas cubiertas por hielo y nieve, apiladas a lo largo de muchos millones de años. Hablar de la formación de la montaña ineludiblemente dirige hacia la formación de la cordillera Himalaya, al ser parte de ella.
Primero es necesario remontarse al tiempo en el que Pangea era un único supercontinente en la Tierra, durante el Paleozoico tardío y el Mesozoico temprano. Hace unos 175-180 millones de años su superficie comenzó a fragmentarse como consecuencia de los movimientos internos del planeta, y hacia el Jurásico aparecieron dos grandes masas terrestres nombradas Laurasia y Gondwana. Este último estaba conformado por las actuales Sudamérica, África, Antártida, Madagascar, Australia, la Península Arábiga y el subcontinente Indio. Laurasia incluía lo que ahora es el norte de América, Europa y Asia.
Desde esta perspectiva, el subcontinente Indio estaba separado en aquella época de Asia, años después el subcontinente, ya separado de África y demás masas, comenzó a moverse hacia el norte hasta que colisionó con Asia. El choque causó la subducción de la placa Índica; el hundimiento de una placa debajo de otra debido a las diferencias de presión y temperatura fue lo que provocó que la corteza terrestre se arrugara y se formara la famosa cordillera. El Everest tiene alrededor de 60 millones de años.
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