Esther, Samuel y Annabelle Mullins, son una familia pequeña pero muy acogedora. La madre es ama de casa, el padre fabrica muñecas de madera, y la hija disfruta jugando con las muñecas de su padre. Un día, mientras los tres se dirigían a su casa, se les pinchó una rueda. Intentaban arreglar el coche y una pequeña pieza de la rueda se cayó al suelo. Annabelle, la niña de 7 años, dijo en seguida “¡yo la cojo!” Pero para su mala suerte, un coche venía en su dirección y la atropelló brutalmente.
Sus padres enterraron a su hija en ese camino de tierra, justo donde falleció, y más tarde, estarían dispuestos a dar lo que fuese por volverla a ver.
La casa Mullins era alegre y colorida. Ahora era triste y aunque siguiesen los mismos colores, se sentía apagada y de color gris...
Como ya mencioné antes, Esther y Samuel Mullins estaban dispuestos a todo por ver a su hija de nuevo y recurrieron a la iglesia.
Allí le explicaron cómo debían hacerlo y poco después se empezaron a notar señales de su hija, de su Annabelle. Aunque no la veían, sabían que era ella. Ya la casa volvía a estar alegre. Pero tiempo después empezó a enviar notas pidiendo meterse en una de las muñecas que el señor Mullins había fabricado para ella, y a la que ella le tenía mucho aprecio. Ella les prometió que la podrían ver si le dejaban meterse en la muñeca y... los Mullins, aceptaron. No pasó mucho tiempo para ver a la pequeña Annabelle de 7 años correteando por la casa, jugando de aquí allá, pero, había algo que no sabían y se dieron cuenta demasiado tarde. A los pocos días, una presencia demoníaca se hacía ver de vez en cuando a través de los espejos y de más. Hasta que un día, la pequeña Annabelle, se transformó en un demonio y le arrancó medio rostro a Esther. Samuel llegó a tiempo para socorrerla y ahí se dieron cuenta. No habían dejado entrar a su Annabelle, habían dejado entrar a un demonio.
Llamaron a un sacerdote y bendijeron a la muñeca. Luego la encerraron en un armario que había en la habitación de la niña. La sentaron y empapelaron todo el interior del armario con la palabra de Dios. Ya dentro del armario, volvió a ser bendecida con agua bendita y echaron de ese agua por todo el armario.
El demonio que habitaba en la muñeca “Annabelle” no volvió a atacar. Por lo menos no durante los próximos 12 años...
“Podemos contenerla, siempre que no bajemos la guardia... pero jamás puede ser destruida.” - Lorraine Warren.