Copa para el vino blanco
Es una copa algo más estilizada que la de su hermano el vino tinto, y un poco más pequeña. Se utiliza para tomar vinos blancos o rosados que suelen requerir de una temperatura fresca. Se suele servir poca cantidad para que el trago mantenga esa frescura que necesita. Se sirve como un tercio de su capacidad, en función del tamaño de la copa. Su boca estrecha hace que se mantenga el aroma del vino.
Se coloca a la derecha de la copa del vino tinto. En algunos modelos esta copa puede tener un cierto parecido con la copa de Jerez.
Copa para el vino tinto
Es una copa de gran tamaño, la boca ligeramente más estrecha que la de agua, para retener los aromas del vino. Se sirve una cantidad moderada en función del tamaño de la copa sobre un tercio de su capacidad . Se coloca a la derecha de la copa de agua.
Si durante la comida no vamos a consumir vino, podemos pedir que nos retiren esa copa para contar un espacio más despejado.
Copa para el agua
Es una copa de gran tamaño, ligeramente abombada que se utiliza para tomar el agua. Se puede servir el agua antes de empezar a comer. Suele ser la copa más grande de todas las que se ponen en la mesa, aunque actualmente las copas de vinos tinto rivalizan en tamaño con la copa de agua. Se puede servir una cantidad bastante abundante, casi en su totalidad, dependiendo del tamaño de la copa. Si la copa es muy grande, basta con servir un poco más de la mitad.
Es la primera copa que se coloca en la fila de copas.
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