Cuando terminamos de comer, queríamos bajar al charco o lago para verlo. Bajamos por unas escaleras de piedra, pero por el medio había una mini cascada que llegaba hasta el lago.
En verano te puedes bañar, pero el agua está helada, y por eso hay unas piedras cuadradas que puedes ir saltando intentando no caerte a las cascadas para que luego llegue al río. Cuando eran las 5 de la tarde fuimos por senderos que en realidad no eran senderos, para encontrar aventuras y eso, y encontramos: una casa abandonada y derrumbada, una cueva con murciélagos, un móvil roto y una mochila también rota.
Así estuvimos todo el día, bueno casi todo, porque como mis amigas a una le saco seis años y a otra tres años, pues la más pequeña se puso a coger rocas y a bautizarlas. De verdad, yo no entiendo a mi amiga, y se ponía a decir: “Yo te bautizo como fea, cristal, marmura....” unos nombres muy raros la verdad, pero la entiendo porque es pequeña. Ah, y se la tiró a un niño de 3 años sería, creo, en la cabeza, y como vino la madre a gritarnos, salimos corriendo y nos chocamos con una montón de gente mayor que nosotros, y como también venían, decidimos escondernos en la cueva. Cuando salimos ya no estaban, menos mal.
Ese día fue lo más divertido, pero de lo más extraño y admito que nos metemos en problemas fácilmente porque la que dijo de correr a la cueva fui yo.
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