Pompeya, cerca de Nápoles, era en el año 79 de nuestra era, una pequeña Roma. Sus habitantes solo pensaban en diversiones y placeres. Y, como en Roma, vivían allí gentes de los más alejados confines del Imperio, como Glauco.
Glauco era muy popular en Pompeya. Y de vez en cuando, obsequiaba a sus amigos con ricas cenas. A aquella fiesta acudieron dos nobles hermanos egipcios: Apoecides e, Ione, de la que Glauco se enamoró nada más verla. Con el paso del tiempo ambos se amaban pero, Arbaces, el tutor de Ione y Apoecides, estaba también enamorado de Ione, y estaba indispuesto al amor de Ione y Glauco. Un día, Glauco le escribió una carta a Ione declarándose, y mandó a Nidia, su noble amiga, a dársela. También le pidió una respuesta de parte de Ione. Nidia, también estaba enamorada de Glauco, pero al ser una esclava muy bien tratada, lo hizo sin rechistar. La respuesta de Ione fue breve e inmediata. Ella aceptó recibir a Glauco esa misma tarde. Glauco, muy feliz por la respuesta de Ione, aceptó ir, y allí, le pidió matrimonio. Arbaces, que lo estaba espiando todo, salió del arbusto y le prohibió a ambos que se casaran. Arbaces sacó un cuchillo, pero Glauco tropezó y cayó. En ese mismo instante, el Vesubio, volcán de Pompeya, amenazó con estallar, provocando un terremoto, que con suerte al rato se calmó. Pero Glauco, seguía vivo en casa de Ione, y ambos decidieron marchar para casarse cuanto antes, pero por el camino, lluvias y tormentas se acercaban. A mitad del camino, se vieron obligados a parar el carro porque se rompió, y decidieron buscar refugio en cuevas del volcán. Encontraron una, pero se llevaron la sorpresa de que estaba habitaba por una anciana bruja. La bruja se negó a darles cobijo así que Ione y Glauco volvieron a Pompeya andando bajo la lluvia. Las cosas iban de mal en peor. Una poción de locura tomó en la fiesta de Julia, hija de Diometes, hizo que lo acusaran de asesinar a Apoecides, hermano de Ione. Pero el verdadero asesino era Arbaces, su tutor. Lo encerraron con Olinto, un reo, al que apresaron por ser cristiano. Pasaron dos días juntos en la misma celda, hasta que llegó el momento de salir a luchar al Circo. Sacaron un león incluso, pero este se veía indispuesto a luchar. Y de repente, sin que nadie lo esperase, el Vesubio, estalló...
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