lunes, 8 de febrero de 2021

MILENA, CABELLOS DE ORO

Érase una vez, hace muchos años, en un reino muy lejano, una anciana vivía en un bosque. Se llamaba Milena y era una mujer triste y solitaria.  Hacía ya mucho tiempo que el malvado brujo Sirón la había hechizado por no corresponder a su amor. La convirtió en una anciana para que ningún joven pudiese enamorarse de ella. Un día, un cazador que se había perdido en el bosque, vio el pozo del que ella sacaba agua y se acercó.

-Estoy sediento, anciana ¿Querrías darme por favor un poco de agua? La mujer le sonrió y le dio un jarro de agua fresca, pero al beber, el cazador se quedó perplejo. De pronto ¡la mujer era joven y muy bella!


-Es por el efecto del agua- le explicó Malena-. Hace que todos los que la tomen puedan verme tal y como soy en realidad.

Y le contó al cazador el hechizo que sufría.
-He intentado irme de aquí en muchas ocasiones- añadió Milena-, pero el hechizo es peligroso y me obliga a regresar.

-¿Cómo podría ayudarte? preguntó el cazador.

-Me temo que nadie puede- dijo Milena, que al instante se convirtió de nuevo en una anciana.

Y para agradecer el interés y la amabilidad del cazador, cortó un mechón de su larga melena y se lo entregó.

-Toma- le dijo con cariño. No me olvides, por favor.

El cazador siguió su camino, pero no dejó de pensar en la belleza de Milena. Y no se había alejado más de una legua cuando, de pronto, vio que el mechón de cabello cano que ella le había entregado ¡Se estaba transformando en cabello de oro!

Entonces, se le ocurrió una idea y decidió ir en busca del brujo Sirón. Tras varias semanas de busca incansable, lo encontró. Y haciéndose pasar por un mercader, le dijo: -Vengo de tierras lejanas y traigo un mechón de oro que te dará fortaleza y poder. Si lo deseas, será tuyo por monedas de plata. El brujo le dio las monedas y se puso el mechón en la cabeza. Al instante, como el cazador había imaginado, Sirón empezó a sentirse débil y se convirtió en un anciano.

-¡Amo a Milena!- le dijo el cazador mientras se alejaba. Y cabalgó sin descanso hasta que se encontró de nuevo ante el pozo de su amada.

-¿Tienes sed?- le preguntó Milena, con una sonrisa. El cazador le contó su aventura y le confesó que la amaba. Y ella, joven, libre y enamorada también, cabalgó a su lado ¡Y se alejó de aquel bosque para siempre!   

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